Finalmente el Gobierno ha revocado la orden de cierre de la central
nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) en 2013 y se ha producido la autorización de funcionamiento hasta
2019. Para Ecologistas en Acción se trata de una temeridad tras el accidente de
Fukushima-Daiichi, cuyo reactor número 1 es idéntico a Garoña y estaba incluso
en mejores condiciones que esta central. La autorización se basa en informes técnicos
del propio Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que son, cuando menos,
sorprendentes. Se trata de autorizaciones condicionadas a que la central
realice cambios profundos en su diseño. Cabe preguntarse, si la central está
bien ¿porqué es necesario realizar reformas? Y si no lo está ¿no debería
pararse inmediatamente? Se trata una nueva muestra de la tibieza del CSN con
las centrales nucleares, que otorga al Gobierno la potestad para tomar esta
decisión temeraria.
Entre la exposición de motivos llaman la atención algunas
afirmaciones sacadas de un manual de comunicación de la industria nuclear. Se
dice, por ejemplo, que las nucleares contribuyen a la independencia energética,
cuando todo el uranio y la tecnología son importadas, que contribuyen a
abaratar el precio de la electricidad y a enjugar el déficit de tarifa, cuando
la forma de fijar precios en nuestro mercado eléctrico no refleja la bajada de
precios de las fuentes más baratas.
Y el colmo es cuando se afirma que aun no está construido el
ATC (Almacén Transitorio Centralizado, donde se depositarían todos los residuos
de alta actividad españoles) y que no se podría empezar el desmantelamiento.
Entonces, ¿cómo se permite el Gobierno el retraso en el nombramiento del
Presidente de la Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos SA) por
tensiones internas en el PP, lo que ha retrasado todo el proceso? ¿Es que las
decisiones en seguridad nuclear dependen de que esté listo el ATC?
La central de Garoña debería cerrarse inmediatamente por el
estado deleznable en que se encuentra. Tiene problemas de corrosión en su circuito
primario, como demuestran las fisuras del barrilete y de las penetraciones por
donde entran las barras de control, auténticos "frenos" de la
central. Es necesario cambiar cientos de metros de cables, que hoy por hoy no
garantizan un funcionamiento seguro. Su contención no está preparada para
controlar los gases explosivos, lo que se ha demostrado vital en el accidente
de Fukushima. Los operadores no estarían a salvo de los gases radiactivos en
caso de accidente. Ha estado violando los límites de temperatura de vertido de
aguas en el río Ebro... En caso de escape radiactivo las onsecuencias serían gravísimas puesto que se contaminaría todas las tierras
de las riberas del Ebro, desde el embalse del Sobrón hasta la desembocadura.
Con esta decisión, el Gobierno da un paso atrás y actúa en
sentido contrario de muchos gobiernos del mundo, que han establecido calendarios
de cierre de sus nucleares o han reducido sus programas nucleares, como Alemania,
Suiza, Bélgica, Italia, Japón, Bulgaria, etcétera. Su apuesta por la energía
nuclear es plegarse a los intereses de las empresas eléctricas y moverse al
revés de los tiempos.
Para Ecologistas en Acción lo más sensato sería dejar de
jugar a la ruleta rusa y proceder al cierre inmediato de Garoña en primer lugar
y establecer un calendario de cierre del resto de las nucleares en segundo lugar.
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