El pasado 6 de agosto,
el consejero de Fomento Luis Zarraluqui, acompañado del gerente de la UTE
Acciona Obenasa, Jaime Molina y demás autoridades locales y policiales,
certificaron la muerte del tren convencional en el Museo del Ferrocarril de
Castejón. ¡El tren ha muerto, viva el TAV! Algunos defienden que hay mucha
prisa y hay que llegar más rápido a las grandes ciudades para ser cada día más
modernos y competitivos. Así que el tren ya no vale, según ellos se ha quedado
obsoleto. Circula lento porque para en los pueblos y eso además de feo y
provinciano es un atraso en esta era digital, como diría Yolanda Barcina.
Dejaron morir al tren conscientemente, al de pasajeros y al de mercancías, por
mucho que ahora quieran vendernos el TAV como la solución al transporte de las
mismas. En sus mentes no cabe el verbo reformar, impulsar, mejorar o potenciar
el tren. Lo matamos y punto. Hay que hacer una obra nueva, otra faraónica obra
de infraestructura que traerá progreso, riqueza y creación de miles de puestos
de trabajo que nadie sabe luego dónde están. A partir de ahora el TAV es el
nuevo becerro de oro, ya que a pesar de la que cae, obtiene todo el beneplácito
económico, político y financiero posible. Y si no es posible no pasa nada, se
pide otro crédito más a Europa y a seguir acumulando deuda. Mientras tanto, los
políticos a lo suyo. Hacen oídos sordos a las distintas protestas e ignoran que
aguantar la contestación social también va incluido en sus sueldazos. Incluso
la alcaldesa de Castejón huyó por la puerta de atrás para evitar un mal trago,
como así hizo en el Museo del Ferrocarril ante sus vecinos. Ya lo dijo Yolanda
Barcina, las protestas deben ser de forma oral o escrita y en el Parlamento.
Protestar en la calle queda muy feo y no son formas… Qué drama con estos
dirigentes…
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