Más de 150 personas han cortado
la carretera impidiendo a los técnicos de la Confederación Hidrográfica del
Ebro acceder a los terrenos municipales y particulares que pretendían
expropiar.
Artieda ha vuelto a decir que no
a las expropiaciones derivadas del recrecimiento del pantano de Yesa, cortando
la carretera para impedir el acceso a los técnicos de la Confederación
Hidrográfica del Ebro (CHE). Más de 150 personas han cortado durante dos horas
la entrada a la localidad zaragozana de Artieda, evitando así que los técnicos
de la CHE pudieran levantar actas de expropiación en varios terrenos, alrededor
de 62 hectáreas que la Confederación reclama como necesarios para las obras del
recrecimiento del pantano.
Desde el pasado mes de agosto el
día de hoy se entendía como clave en Artieda. A lo largo de toda la semana se
han realizado excursiones, pases de documentales, charlas y asambleas para
reforzar la idea que lleva enraizada en el lugar desde hace más de cuarenta
años: Artieda quiere vivir. Para ello, en esta pequeña localidad zaragozana de
la comarca de la Jacetania, tienen claro que tienen que impedir el
recrecimiento de un pantano que hace ya cuarenta años les privó de muchas de
sus tierras de cultivo.
Por eso hoy, como tantas otras
veces, y acompañados de amigos de todo Aragón, de partidos políticos como
Puyalón de Cuchas y CHA o de las Terres de l'Ebre catalanas, han mostrado su
firme oposición a una nueva expropiación de sus tierras. La noche ha sido de
nervios en Artieda. Pocos han podido dormir sabiendo que una nueva amenaza
pendía sobre sus tierras y su forma de vida. Una forma de vida que quieren
mantener, y por eso a las 5 y las 6 de la mañana ya trabajaban muchos vecinos
en sus granjas y campos, para poder llegar a tiempo a la cita marcada por la
CHE entre las 10 y las 12 de la mañana.
A las 8 de la mañana el pueblo ya
estaba preparado, y más de 150 personas se concentraban con sus camisetas y sus
pancartas para impedir el paso a los técnicos de la CHE. La Guardia Civil ha
negociado el paso por la carretera pero Artieda ha dicho una vez más que no y
han cerrado filas con el grito “No queremos dinero, queremos vivir aquí”. Una
vecina le preguntaba al jefe de la unidad qué haría si sus padres o él mismo
vivieran en un pueblo como este, amenazado por un pantano en proyecto de ser
recrecido. Otro les recordaba a los agentes que el servicio público consiste en
defender a los ciudadanos y no solo a una parte de ellos.
Pilar Martínez, jefa de servicio
de la CHE, acompañada de varias dotaciones de la Guardia Civil, ha decidido,
ante la negativa de los vecinos a retirarse, desistir del levantamiento de
actas voluntarias de expropiación. También ha asegurado que en “diez o doce
días” volverán a realizar la convocatoria. Los terrenos que la CHE pretende
expropiar afectan a terrenos del propio Ayuntamiento de Artieda y a varios
vecinos de la localidad. Río Aragón, la asociación que se opone al
recrecimiento del pantano, entiende que estas expropiaciones “no son
necesarias” y que afectan a más terreno del que podría requerirse para la obra.
Los terrenos a expropiar
servirían para el acceso a una gravera, una carretera proyectada de 2
kilómetros de longitud, y que Luis Solana, presidente de Río Aragón, asegura
que “como mucho necesitaría entre 2 y 4 hectáreas, pero nunca 62 de un terreno,
que por ejemplo para el ayuntamiento de Artieda, supone uno de sus más
importantes activos patrimoniales”. Para Río Aragón, además, el recrecimiento
de Yesa es un “despilfarro de dinero público que ha triplicado su presupuesto
inicial” para una obra que no es necesaria, porque en la actualidad el pantano
ya construido ni siquiera se llena en su totalidad. También alertan de la
inestabilidad del terreno que hace de la ampliación algo peligroso para las
localidades de los alrededores y de todo el cauce del río Aragón.
A partir de ahora, en Artieda se
estudia la posibilidad de recurrir a la apertura de un recurso contencioso
administrativo que paralice de forma cautelar el proceso de expropiaciones
“urgentes” que ha emprendido la CHE. Río Aragón asegura que no son urgentes y
que además invaden terrenos que ni siquiera deberían ser afectados por las
obras del recrecimiento a cota media pactado en las Cortes de Aragón y con la
Confederación Hidrográfica del Ebro. Artieda seguirá, 40 años después, luchando
por el grito de guerra que adorna sus paredes y los balcones de sus casas:
“Yesa, no. Queremos vivir aquí”.
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