(Noticia extraída del diario Gara)
La típica imagen de los pastores entrando a Bardenas con miles de
ovejas tras de sí se tiñó ayer de preocupación y denuncia. El reparto de
distritos para los ganaderos amenaza la viabilidad de la milenaria práctica del
pastoreo en el pequeño desierto de Nafarroa.
Los pastores cruzaron ayer El Paso para extender sus rebaños por las
llanuras bardeneras. La estampa viene repitiéndose más de mil cien años de
forma documentada. Los roncaleses fueron los primeros en ganarse el derecho a
bajar con su ovejas a Bardenas en el 882. El rey Sancho García entregó este
privilegio (o fuero) a Erronkari, a cambio de que ellos bajaran a proteger las
fronteras del reino contra invasiones musulmanas. Salazar y Caparroso también
pagaron con sangre el derecho a ser congozantes, aunque unos siglos más tarde
que los roncaleses. Otros lo consiguieron a cambio de repoblar zonas y hubo
localidades que pusieron simplemente dinero. Todo esto explica que la
trashumancia y el pastoreo en Bardena sea una tradición vieja y querida en Nafarroa,
que además regala imágenes potentes que hacen echar en falta los modos de vida
de antaño. Por eso, las denuncias que hicieron los pastores a las puertas del
desierto fueron acogidas con un amargor hondo.
Este año se han cambiado las normas del juego del pastoreo. La Junta de
Bardenas ha decidido que el terreno ya no sea de todos, sino que ha subdividido
la extensión en «distritos», encerrando a cada rebaño en estas cotos sin
amojonar. Si alguno se escapa del terreno asignado, la Junta promete «sanciones
de gran importancia económica». Los pastores, por su parte, consideran que
cambiar el juego a estas alturas es una soberana insensatez y que, además, esta
división en parcelas está hecha desde el desconocimiento absoluto de las
necesidades de los rebaños. «¿Con qué nos vamos a encontrar en nuestros
distritos? Con nada. Los distritos no se encuentran adecuadamente adaptados
para la práctica ganadera», se quejaba ayer en El Paso Félix Floristán. Uno de
los conflictos que va a poner de relieve la nueva normativa y que, según los
pastores, se manifestará con especial crudeza este año es el acceso a las
balsas de agua. «Nos encontramos en una situación de sequía que obliga al
ganadero a entrar en otro distrito para que su ganado pueda beber. ¿Acaso
negaremos la entrada de aquel ganadero que necesite agua aunque sea en
detrimento nuestro? No, seguro, que no», continúa Floristán, que es presidente
de la Asociación de Ganaderos de Bardenas. Con la sequía particularmente dura
de este año, apenas si quedan unas seis o siete balsas aprovechable y una de
ellas está contaminada.
La nueva normativa afecta a un centenar de ganaderos que, en su
mayoría, entraron ayer. Los pocos que faltan llegaran antes del siguiente fin
de semana. La Junta justifica los distritos por una supuesta falta de pastos,
pero el cálculo resulta un tanto absurdo. Según comentaron a GARA los pastores,
Bardenas ha tenido el doble de rebaños que los que tiene actualmente y esto no
ha mermado su capacidad para regenerarse.
Rebaños «famélicos» por la sequía
A partir de ahora, se han dividido en 87 zonas de pastoreo diferentes y
estancas. Los pastores, que se opusieron en todo momento a que se aplicasen los
cotos sobre Bardenas, creen que, con la crisis que pasa el sector, este nuevo
palo en la rueda puede acabar siendo fatal para la tradición, que es bonita y
romántica tan solo para quienes la ven desde fuera. En realidad, la
trashumancia vista desde dentro tiene mucho más de esfuerzo físico, soledades y
noches más bien perras por el frío y el viento.
«La foto de hoy es bonita, pero los que han bajado desde Roncal y
Salazar traían a sus ovejas famélicas. Han estado prácticamente sin comer cinco
días y venga andar desde allá arriba. Muchas de las ovejas están embarazadas y
muy flacas. Las cañadas están secas, por mucho que sonría el pastor cuando le
ve la gente», confiesa Floristán. El portavoz de los pastores tiene una opinión
parecida sobre el desierto. «Todo el mundo, cuando llega, dice lo bonito que es
todo, pero ninguno se queda cuando es de noche. No es bonito, no venimos por
ocio. La cañada ha sido criminal, pero no hay alternativa. Si nos fuese bien,
muchos habrían traído las ovejas en un camión y a correr, pero no nos llega
para gastar en eso», continúa.
Asimismo, los pastores de ovejas denuncian que la Junta practica un
doble juego y prioriza otros intereses sobre el pastoreo. Más en concreto,
Floristán echó en cara a la Junta su inoperancia a la hora de atajar vertidos
de purines que han echado a perder una de las balsas de agua en la que abrevan
las ovejas. La contaminación proviene de una macrogranja de vacuno para leche
que está ubicada en Caparroso. La intoxicación ha inutilizado la balsa de
Landazuria y las zonas colindantes.
Las críticas contra la Junta no se quedan ahí. «Dicen que Las Bardenas
no son la solución para la ganadería y mienten. Las Bardenas han sido siempre
la solución para nuestros rebaños, gracias a ellas hemos podido defenderlos»,
comentan los pastores. Los distritos están operativos solo sobre el papel. En
un principio, estarían acondicionados con ascas y parideras pensadas para dar
cobijo a 750 ovejas, pero las infraestructuras no se han completado. Sin
embargo, los ganaderos quieren remarcar que, aun terminando eso corrales, no es
una solución viable. «Hay sociedades de cinco hermanos que mueven 4.000 ovejas
y solo tienen un distrito, ¿qué va a hacer esa gente?», se pregunta Floristán.
Por otra parte, la normativa implica la prohibición de pastorear en los cerros,
lo cual es perjudicial incluso en términos ecológicos por el aumento de las
posibilidades de incendio.
El pastoreo en Bardenas, a pesar de ser un derecho de los pueblos
congozantes, no es algo gratuito. Los pastores, hasta ahora, pagan por cada
oveja que entra y, con el inicio de la división de Bardenas, tendrán que pagar
por cada distrito. La problemática promete trasladarse al eterno conflicto
entre ganaderos y agricultores. Los pastores dependen de los terrenos en
barbecho o recién cosechados para alimentar a sus animales. Los nuevos
distritos incluyen terrenos que se cultivan y puede que un año tengan muchas
tierras sin cultivar y puedan alimentar bien a sus rebaños y, al siguiente,
haya tantas tierras trabajadas que ni siquiera les merezca la pena llevar a sus
ovejas a las llanuras de Las Bardenas.
El problema está en los juzgados tiene pocos visos de resolverse a
medio plazo. Ayer se produjo el primer enfrentamiento entre los pastores y un
guarda que recriminó a un ganadero porque sus ovejas estaban pastando fuera de
su coto. El enfrentamiento es fuerte y se suma al recorte en la financiación
que los congozantes recibían por el uso de Bardenas como polígono de tiro de
aviación. La tranquilidad que respiraba la Junta de Bardenas que dirige José
Antonio Gayarre parece rota de forma definitiva. Habrá que ver cómo se resuelven
todos los frentes.
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