Este sábado 22 de septiembre, un año más, se vuelve
a celebrar el Día sin Coches. Sin embargo, a pesar de este nombre, nuestras
ciudades seguirán teniendo el mismo número de automóviles que cualquier otro
sábado. Y ello, en buena medida, porque se renuncia a implantar medidas realmente eficientes en la gestión del tráfico de automóviles
y a organizar la movilidad urbana basándose en el transporte público y en los
medios alternativos y no motorizados. Entre tanto, la ciudadanía seguirá
sufriendo las consecuencias, en pérdida de salud y calidad de vida, así como
elevados costes económicos que genera la movilidad basada en el coche.
Hoy, sábado 22 de septiembre, se celebra el Día sin Coches, una convocatoria de ámbito internacional, apoyada desde el año 2000 por la Comisión Europea. En teoría, se plantea como una jornada educativa, en la que se puedan ensayar diferentes formas de organizar la movilidad urbana sin el uso de tanto coche. Pero, a pesar de sus cercanos comienzos, el Día sin Coches ha perdido empuje y contenido en manos de unos gobiernos que en su gran mayoría siguen manteniendo una política de movilidad destinada a favorecer la circulación de coches como principal modo de transporte urbano y metropolitano. Y si poco o casi nada se había hecho antes de la crisis, ahora vamos a peor, tal y como demuestran las recientes y elevados incrementos en las tarifas de transporte público, el aplazamiento en la ejecución de planes peatonales o de incentivo real de la bicicleta.
Nada hace pensar por tanto que 2012 vaya a suponer un cambio en esta tendencia de declive: actividades improvisadas de tipo cosmético y escasa incidencia, falta de planificación del transporte público o de medidas a favor de peatones y ciclistas, ausencia de campañas eficientes que vertebren un proceso de transición eficaz… resultan la tónica general en nuestras ciudades.
Hoy, sábado 22 de septiembre, se celebra el Día sin Coches, una convocatoria de ámbito internacional, apoyada desde el año 2000 por la Comisión Europea. En teoría, se plantea como una jornada educativa, en la que se puedan ensayar diferentes formas de organizar la movilidad urbana sin el uso de tanto coche. Pero, a pesar de sus cercanos comienzos, el Día sin Coches ha perdido empuje y contenido en manos de unos gobiernos que en su gran mayoría siguen manteniendo una política de movilidad destinada a favorecer la circulación de coches como principal modo de transporte urbano y metropolitano. Y si poco o casi nada se había hecho antes de la crisis, ahora vamos a peor, tal y como demuestran las recientes y elevados incrementos en las tarifas de transporte público, el aplazamiento en la ejecución de planes peatonales o de incentivo real de la bicicleta.
Nada hace pensar por tanto que 2012 vaya a suponer un cambio en esta tendencia de declive: actividades improvisadas de tipo cosmético y escasa incidencia, falta de planificación del transporte público o de medidas a favor de peatones y ciclistas, ausencia de campañas eficientes que vertebren un proceso de transición eficaz… resultan la tónica general en nuestras ciudades.
Esta forma de proceder es además paradójica, por cuanto que conseguir
mejoras en nuestros sistemas de movilidad no solo tendría beneficios de tipo
social y ambiental, sino también económicos; ya que resulta evidente que si se
mejorara la eficiencia de los desplazamientos urbanos –lo que pasa por reducir
el uso del medio de transporte más ineficiente de todos, el automóvil– se
ahorrarían unas importantes sumas del dinero actualmente dedicado a la
importación de esos recursos energéticos. Y eso por
no hablar de las ingentes inversiones en construcción y mantenimiento de
infraestructuras que posibilitan los actuales ratios en tráfico motorizado; o
de cómo el excesivo uso del automóvil interfiere negativamente en el resto de
modos, disuadiendo a los no motorizados y haciendo económicamente inviable al
transporte público.
Por este
motivo, y aprovechando precisamente que el lema escogido para la Semana Europea
de la Movilidad tiene que ver con los Planes de Movilidad Urbanos, Ekologistak
Martxan exige a nuestras autoridades que –al contrario de lo que sucede
actualmente– la elaboración y aplicación efectiva de este tipo de planes sea
una de las prioridades estratégicas y alternativas para mejorar y adaptar
nuestras ciudades al contexto actual de crisis (financiera, energética,
ecológica y social). Ya que estos planes constituyen la herramienta básica para
conseguir sistemas de movilidad urbanos más sostenibles, o lo que es lo mismo:
ciudades con una mejor calidad del aire, con una menor contaminación acústica,
una menor tasa de siniestralidad y unos costes económicos menores por
desplazarse.
Y desde luego,
hace falta que el Día sin Coches, sea de verdad un día sin automóviles, símbolo
de unas políticas de movilidad sostenible continuadas en el tiempo; y no una
simple anécdota carente de sentido y a contracorriente de unas políticas de
movilidad y transporte que no dejan de promover el uso del automóvil.
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